sábado, 26 de marzo de 2011

La cocina, el aprendizaje y los niños


Mi hijo es ya, con diez años, un excelente cocinero. Conoce los diferentes productos, como elegir la mejor fruta o verdura, como idenficar si la carne o los huevos no son frescos, que tipo de cocción o preparación es más adecuada para cada alimento y sabe, además, preparar deliciosos platos e incluso ha inventado algunos él mismo. Pero sobre todo disfruta y aprende, pues la cocina, para los niños, es un laboratorio de aprendizaje extraordinario sobre salud, alimentación, historia, geografía humana, matemáticas, química y física.

No puedo resistirme a compartir con vosotros un ejemplo, la preciosa página de un amigo de mi hijo, la estupenda TristanyChef, donde este pequeño mago de la cocina explica sus mejores recetas.

Y es que, bien planteada, la cocina puede ser un extraordinario recurso educativo y vivencial para los niños, donde aprenden y además, comparten experiencias con su familia que no se olvidarán nunca. La cocina es un lugar donde aprender, disfrutar y experimentar, a la vez que se construye la relación familiar. Pero siempre siguiendo medidas de seguridad , por supuesto.

Hay muchas posibilidades que podemos explorar en la cocina y, además, ayudar a los niños a hacer sus propias reflexiones sobre las razones por las que la materia cambia de aspecto, textura y estado, mediante las sencillas acciones que realizamos para preparar un alimento.

Ir a la compra

Ir a la compra con los niños no siempre es una experiencia grata. Pero si lo hacemos sin agobios y con las necesarias explicaciones, puede ser una excursión divertida y educativa a la vez.

Podemos ayudarles a identificar las diferentes piezas de carne, la variedad de frutas y verduras, explicar el orígen de los alimentos que compramos y la manera en la que podemos identificar los que están frescos o leer, cuando ya han aprendido los números y los días, la fechas de caducidad. Las posibilidades de aprender de manera transversar son enormes, infinitas.

La psicomotricidad en la cocina

Por supuesto, con seguridad y supervisión de los adultos, los niños pueden ejercitar su psicomotricidad fina en la cocina. Medimos, pesamos, tomamos materiales de diferentes tamaños y texturas con las manos, los vertemos en recipientes, los removemos, los cortamos con tijeras o cuchillos con mucho cuidado de no cortarnos.

La materia en la cocina

Cuando cocinamos manipulamos toda clase de materiales. El azucar es un polvo grueso, la harina es mucho más fina. La masa de hacer pan es maleable, igual que la de las croquetas o que la mantequilla. La pasta de las galletas es suave y se pueden hacer figuritas con ella.

El agua, la leche y el aceite son líquidos, pero unos son más resbalosos que otros. El pan reciente es esponjoso pero luego se endurece. La carne cruda es sólida pero tiene líquido, una vez cocinada sigue siendo sólida, más dura, pero a la vez más sencilla de cortar.

Los niños pueden experimentar muchas texturas diferentes y, además, analizar sus cambios.

La cocina como laboratorio de ciencias

La cocina es un gran laboratorio de ciencias, pues, esencialmente, cocinar es transformar la materia prima mediante acciones que la cambian mediante fuerza, adicción de componentes o energía. Física y química son las protagonistas.

Hay compuestos que se disuelven, como la sal o el azúcar, cambiando el sabor de los alimentos. Pero también, si se añaden en exceso a un líquido, llega un punto en el que ya no se disuelven en él, cuando se alcanza la saturación. Además, un poco de sal disuelta en agua terminará, cuando dejemos que esta si evapore, en precipitar y hasta formar bellos cristales que podemos mirar luego, comprendiendo fundamentos sobre la forma en la que los minerales se presentan en la Naturaleza.

El agua líquida se endurece cuando la metemos en el congelador y se evapora cuando la calentamos, convirtíendose en gas, pudiendo con esto comprender como la temperatura cambia la forma de la materia y su estado. Además, al congelar el agua se expande, lo que también podemos estudiar de manera práctica.

La forma en que cocinemos un alimento o su naturaleza previa, pueden darnos toda clase de presentaciones. Un espárrago se puede cocer, y estará más blandito, pero si lo ponemos a la plancha conseguiremos que esté blando por dentro pero tostado por fuera, dependiendo del medio que usemos para cocinarlo o de la temperatura que se alcance.

Mezclando agua con azúcar haremos un líquido dulce, pero si lo calentamos conseguiremos almibar en diferente concentración, un fluído que va haciéndose más pegajoso hasta lograr, si llegamos al punto de caramelo, que se endurezca, quemándola un poco para lograr hacer una deliciosa piruleta natural.

El queso se funde, primero blandito, expulsando la grasa, y llegando a ponerse churruscado y crujiente si seguimos dejándolo en el fuego.

El jamón, tan rico, al calentarse, se pone más crujiente y también, al gusto, más salado, al evaporarse el agua y quedarse la sal, que no es volátil, concentrada.

La cocina, el aprendizaje y los niños

Cocinar con nuestros hijos va a proporcionarnos muchos momentos de aprendizaje compartido tanto en lo que se refiere a la vida cotidiana como en la experimentación científica sobre la materia y los cambios que se pueden producir en ella por las acciones que realicemos. Pero hay más, y lo veremos en en próximo tema. La cocina, el aprendizaje y los niños pueden ir unidos.

La cocina, es, sin duda, uno de los mejores laboratorios para profundizar en los conocimientos, la experiencia y las vivencias emocionales compartidas con los niños.